Tarot y Alquimia: De "La Sacerdotisa" a "El Sacerdote"

La Sacerdotisa, La Emperatriz, El Emperador y El Sumo Sacerdote, develan en cuatro imágenes los componentes psicológicos comprendidos por el Yin Yang.


En el viaje iniciático de tipo alquímico que alegoriza la serie de arcanos mayores del Tarot, “El Loco” primero conoce (transmuta en) “El Mago”. Es decir, conoce a un “yo superior” respecto del sí consciente. “El Mago” es su "yo Adepto", su "Yo iniciado", y al asumirlo, el individuo ya está listo para proseguir el viaje, al descubrimiento de sus siguientes partes psicológicas componentes, en orden: “La Sacerdotisa”, “La Emperatriz”, “El Emperador” y “El Sumo Sacerdote”. Sea el sujeto iniciado hombre o mujer, cambiarán los significados de estos arquetipos, en relación de polaridad (piénsese en el principio de Yin-Yang, tema que analizaremos a continuación).

 

“La Sacerdotisa” y “La Emperatriz”

 

Primero consideremos si nuestro “Loco”/”Mago” en cuestión es hombre o mujer. Aquí habrá una leve variación en esta etapa del proceso alquímico, se trate de uno u otro caso.
Convengamos primero que se trata del caso de un hombre. Visualicemos que conoce, a la vez, al arcano II y III, “La Sacerdotisa” (“La Papisa”, en algunas versiones) y “La Emperatriz”, respectivamente.
Bien, las conoce a la vez, o inmediatamente una después de la otra, porque “La Sacerdotisa” y “La Emperatriz” representan a las dos facetas de un mismo personaje, del mismo modo que lo hacen “El Loco” y “El Mago”, y sin pasar por alto que los cuatro personajes constituyen cuatro facetas, cuatro subdivisiones, cuatro “yoes” de un mismo individuo.

 

El principio de “yin y yang”

 

En el caso de un hombre, “La Sacerdotisa” y “La Emperatriz” están representando las dos caras de su naturaleza femenina, esto entendido desde el símbolo complementario de polaridades, establecido por el principio del “Yin y el Yang” de los orientales, que es la forma más fácil de entenderlo. Es decir, de ninguna manera debe pensarse aquí que estamos tratando de homosexualidades reprimidas, de genitalidad alguna, ni de especulaciones por el estilo, como así también lo advierten Evelyn y Terry Donaldson, en su Tarot, Conceptos Básicos. En el caso del hombre, es el Yang (naturaleza masculina, activa) descubriendo a su complemento Yin (naturaleza femenina, pasiva), junto con quien conforma un todo.
Hemos dicho que el hombre conoce a las dos facetas de su parte “Yin”, en las figuras de “La Sacerdotisa” y “La Emperatriz”; es decir, conoce el poder de estas facetas, dada la autoridad y jerarquías que revisten sus investiduras. Son “jefas”, una religiosa (poder celestial), la otra política (poder terreno); la primera le otorga sabiduría (véase el libro que descansa sobre el regazo de “La Sacerdotisa”), la otra eleva su poder sobre las cosas materiales de este mundo (“La Emperatriz” sostiene el cetro, que no es más que una versión evolucionada de la vara de “El Mago”). Todos los tratados acuerdan con estas simbologías.
Si se tratara del caso de una mujer iniciada, los significados serán exactamente los mismos, solo que reafirmarán su naturaleza femenina; o en todo caso, además, podemos especular y destacar que hasta aquí el sujeto, sea ya hombre o mujer, ni siquiera tiene cabal consciencia de su naturaleza predominante.

 

“El Emperador” y “El Sumo Sacerdote”

 

Automáticamente entonces, nuestro héroe toma consciencia de los arcanos IV y V, es decir, “El Emperador” y “El Sumo Sacerdote” (en algunas versiones conocido también como “El Papa” o “El Gran Hierofante”), es decir, los complementos Yang de “La Sacerdotisa” y “La Emperatriz”. Como si por reflejo de descubrir el poder de su naturaleza pasiva comprendiera cabalmente lo mismo de su parte activa.
En el caso de que se tratara de una “heroína”, el proceso sería al revés respecto de las propias polaridades de hombre y mujer, pero el resultado sería el mismo; la consciencia absoluta y objetiva de la naturaleza humana en aquello que simboliza el “Yin-Yang”; ya, el Arcano VI, “Los Enamorados”, la pareja “Yin y Yang”, que en la carta se los ve casándose, es decir, consumando el matrimonio, la boda, la fusión y transmutación del “Yin y el Yang”, lo que significa la victoria que representa “El Carro” (arcano VII), y con este evento y figura es que finaliza la “Obra en Blanco”, la primera fase de la Gran Obra Alquímica.

 

Las etapas y fases de la “Gran Obra Alquímica”

 

La así llamada “Gran Obra Alquímica” (también conocida, entre otros nombres, como “los doce trabajos de Hércules”), se divide en tres fases, de siete etapas cada uno (lo que dan un total de veintiuno, que se ven representadas en cada uno de los arcanos mayores del Tarot), como lo deja sentado Fulcanelli, en su Las Moradas Filosofales.
Los nombres de las fases de la Gran Obra son: "La Gran Obra en Blanco", la "Gran Obra en Verde" y la "Gran Obra al Rojo", con la que se finalizaría el trabajo, obteniendo el Elixir de la Vida y la Piedra Filosofal, el Gran Adeptado de Iniciación y la Autoconsciencia más plena que un individuo pudiera llegar a conquistar.
Los arcanos menores, en número de catorce (el paje aquí pasa a ser la carta número once, y se agrega la Reina, a la tradicional baraja española, con la que jugamos juegos tales como “el chinchón” o "la loba”) acompañan por cada figura (oros, espadas, copas y bastos) a los entonces primeros catorce arcanos mayores, es decir, hasta la concreción de la segunda fase de la Obra. Con lo que se deduce, la Tercera Fase (u Obra al Rojo), no tiene acompañamiento de los arcanos menores, que además por cada figura simbolizan a los cuatro elementos: Aire, agua, tierra y fuego.

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